¿Por qué "El Fin de la Misandria"?

(Actualizado el 23/12/2017)

Va a ser muy necesaria una explicación sobre el por qué y el para qué de esta página. Se puede decir que este blog es un fenómeno muy under y no ha tenido un gran alcance en cantidad de personas, pero sí ha tenido un buen impacto entre las personas que ha alcanzado, y en las redes sociales he visto cómo hay quienes rechazan los artículos que escribimos por la sola sospecha que les genera el nombre. Así nomás, sin siquiera molestarse en leerlos.

Y debo decir que los entiendo.
Yo mismo he tenido dudas al buscar información sobre un tema y encontrarme con páginas como "Sí quiero transgénicos", por citar un ejemplo concreto. Uno desconfía automáticamente de una página que nos está sugiriendo su posición desde el título, ya que tendemos a preferir ser informados por alguien "neutral". Ahora: ¿Podemos deducir con seguridad que una página nos va a engañar o dar mala información por eso? Yo creo que no, aunque esta no es la explicación prometida.


"El Fin de la Misandria" no es un título plenamente informativo sobre los contenidos que uno puede esperar aquí. Da la impresión de que se trata de un habitáculo para masculinistas enojados, pero lo cierto es que lo que hacemos aquí ni siquiera se trata de masculinismo. Desde que empecé con esta página intenté que su línea editorial evitara los extremos, y es por esto que he decidido rechazar cualquier etiqueta similar. Esta pauta funcionaría para evitar caer en el fanatismo, pero no para encontrar la verdad, ya que es una falacia pensar que la verdad siempre se halla en el punto medio; lo cierto es que aún sigo en un proceso de aprendizaje y de búsqueda del conocimiento. Hay muchos temas de discusión en lo relacionado al Feminismo y el Masculinismo en los que apenas voy esbozando alguna idea propia, y reconozco que no tengo respuestas para todo. Por eso sigo tratando de nutrirme intelectualmente de feministas o masculinistas, o más bien de cualquier persona que diga algo razonable de vez en cuando.

Entonces: ¿Por qué "el fin de la misandria"? ¿Por qué preocuparse por el sexismo que "no es predominante ni tiene un sistema que lo sostenga"?

Esta es una de las respuestas que veo repetirse cada vez que surge el tema del "sexismo hacia los hombres", una respuesta que ya había visto algunas veces antes de empezar esta página o siquiera investigar un poco. También es fácil de encontrar la aseveración de que el sexismo hacia los hombres es tan viable como el racismo hacia los blancos. Y por lo general, en ese entonces, estaba de acuerdo. Cualquiera que me preguntara del sexismo hacia los hombres hace cuatro años me hubiera escuchado devolver la pregunta diciendo "Qué es eso"... Nunca fui un feminista conciente, pero en mis reflexiones diarias a lo largo de mi vida siempre supuse que el sexismo era una cosa que sólo les podía tocar a las mujeres.

Cuando uno se pone a pensar y cuestionar, puede llegar a la conclusión de que la historia del sexismo, aún hoy en día, es una historia de opresión homogénea hacia las mujeres. Hemos visto evidencia en las clases del colegio, en campañas televisivas, medios de comunicación, incluso lo hemos escuchado por parte de grandes intelectuales de la historia que se han declarado en favor de los derechos de las mujeres (muchos de ellos siendo mis héroes personales).

No se confundan aquí. No me estoy sacando de la galera una teoría de la conspiración, diciendo algún delirio del tipo "nos han lavado el cerebro para vendernos una imagen de algo que nunca sucedió". Más bien estoy diciendo que nos han dicho la verdad, pero sólo una verdad parcial. Una verdad que merece ser contada y tenida en cuenta, pero que no justifica el intentar tapar otras verdades que han sido su contracara complementaria. Hay quienes, movidos por una justificada indignación, se han aferrado con todas sus fuerzas a esa verdad parcial y la han convertido en una "vaca sagrada", que supuestamente no podría compartir espacio en los debates sobre injusticias y sesgos discriminatorios. Lo cierto es que no deberíamos pelearnos en el reconocimiento de verdades que todos consideramos injustas.

Aún les debo la demostración de la Misandria. Debo decir que he dado con ella prácticamente por casualidad. Nunca he cuestionado que las mujeres sean discriminadas, y es por esto que nunca he tenido problemas con el Feminismo... Hasta que los tuve. Una cosa es reconocer lo injusto del sexismo y su clara existencia, y otra cosa es comenzar a encontrarse con argumentos del tipo "no puedes opinar de esto por ser hombre" (o el delirio de que ni siquiera se puede ser feminista por eso), descripciones del machismo como una especie de mal etéreo capaz de estar en todos los lugares a la vez al mismo tiempo ocurriendo de las maneras más sutiles. Incluso muchas personas me han comparado la situación con la situación de los esclavos afrodescendientes del Estados Unidos del siglo XIX, casi como si viviéramos en un apartheid para las mujeres. Aquí es donde comencé a ver al Feminismo con cierto ojo escéptico, y a sentir una verdadera curiosidad por chequear los datos.

Sinceramente no sospechaba lo que llegaría a destapar.

En estos años, en la mayoría de los países occidentales, un varón nace con mayores probabilidades de abandonar el colegio que una niña. Para empezar. Sus genitales podrán ser parcialmente cortados cuando nazca por puro motivo religioso. Sí, ya sé que te parece que "no se puede comparar con la mutilación genital femenina" y que "la circunsición no es mala", pero lo cierto es que ambos procedimientos se practican en muchas variedades con diferentes niveles de mutilación, pero (como debe ser) la ley protege la integridad genital de las mujeres no permitiendo el más mínimo procedimiento que sea irreversible, pero no hace lo mismo para los varones (estamos hablando de Occidente). Ya como hombre tendrá entre tres y cuatro veces más probabilidades de caer en el alcoholismo y/o la drogadicción que una mujer. Tendrá menos posibilidades de alcanzar una capacitación Universitaria. Debido a influencias culturales y presiones sociales ocupará trabajos indeseables, cuya mortalidad por accidentes y abusos laborales está representada por hombres en más del 90% . Si en su hogar llega a sufrir maltrato, ni siquiera en muchos países del primer mundo conseguirá un refugio para hombres maltratados, que aunque escasos, los hay para mujeres (Y esa situación le provee la mitad de posibilidades de terminar muerto, Página 4). Tendrá cuatro veces más chances que una mujer de terminar viviendo en la calle. En Europa tendrá tres veces más chances de ser asesinado, en América Latina sus posibilidades escalan a 9 veces más (misma fuente). Sí, nueve. Y tendrá 3 veces más chances de lograr un suicidio, cifra que se multiplica luego de divorciarse o enviudar, o al perder el trabajo. Si comete un crimen, la severidad del castigo dependerá de sus genitales: 63% más de años en cárcel para los hombres por los mismos crímenes, y la pena de muerte es un castigo culturalmente reservado para los hombres, cuando no directamente reservado por ley en algunos países. Ya más grande su expectativa de vida será unos años menor, sin embargo en decenas de países deberá esperar unos años más para poder jubilarse.

Se pueden encontrar más fuentes para todo lo expuesto en estos dos artículos:
https://quiensebeneficiadetuhombria.wordpress.com/2015/05/16/la-discriminacion-masculina-en-51-memes-con-fuentes/

http://elfindelamisandria.blogspot.com.ar/2017/11/brecha-salarial-final-de-un-mito.html

Claro que no toda disparidad estadística significa sexismo... Y hay quienes dicen que todo esto también es consecuencia del machismo. Sin embargo he llegado a comprobar con horror que se avalan discriminaciones así o aún peores desde un discurso feminista, como denegarles ayudas humanitarias a los hombres bajo la categoría de privilegiados (aquí, aquí, y aquí), que se considere ayudar a los animales antes que a ellos, que se los culpe de cuanto mal camina sobre la tierra, que se pida que la cárcel sea sólo para ellos, que se los compare con depredadores de la naturaleza (o ruletas rusas), que se los considere un arma de destrucción masiva, que se los llame a sentirse avergonzados por "ser un género que aniquila mujeres", que ante cuanta catástrofe ocurra en el mundo salgan a decir que las mujeres lo tuvieron peor (incluso si hace falta tergiversar para eso), que una secta de mujeres desquiciadas salga cada año a golpear escupir insultar y acosar sexualmente hombres, gozando de impunidad social dentro del movimiento y hasta de defensa moral por parte de sus cabecillas... En fin. Todos ejemplos de instituciones, medios de comunicación dominantes y activismos que tienen influencia, y podría seguir por un rato largo extendiéndome y entrando en detalles, con más ejemplos.

¿Qué se supone que deba hacer? ¿Taparme los ojos y repetir los mantras de siempre, como "El Feminismo también lucha por los hombres" o "La misandria es un mito"?... De ninguna manera.

No es la idea convertir al feminismo en el villano de esta historia, y decididamente no lo haré desde este espacio. Mucho menos a las mujeres, de quienes no se subestimarán sus causas y hasta se tenderán puentes de empatía mutua. Pero hay una idea dogmática que en mí se ha muerto para siempre; esa idea es creer que el feminismo sea la única y última solución a toda desigualdad de sexos en este mundo, y de que los hombres seamos intrínsecamente privilegiados. No hemos abierto la puerta a estas discusiones gracias al feminismo, por lo tanto nos hace falta algo más. Quien quiera negarse a eso allá con su visión. Nadie tiene obligación moral de compartir mis ideas, así como viceversa.

Todos estos problemas masculinos que mencioné son realidades que invitan a hacerse unas cuantas preguntas, de esas que desafían a la sabiduría convencional. Y una vez que se conocen estos hechos, el considerarlos inocuos en comparación con los problemas de las mujeres me parece una forma de compasión selectiva. Poner el grito en el cielo e intentar ganar una imaginaria competencia de víctimas es, fuera de discusión, un reaccionismo hembrista.

Pareciera que aún cuando toda muerte sin distinción nos parece indeseable, la sangre derramada del lado masculino es algo con lo que podemos convivir más tranquilamente, algo que es más fácil de ignorar. A veces veo algo profundamente perverso en el corazón de nuestra cultura, cuando inconscientemente decidimos que el sexo de las personas determina víctimas de primera y víctimas de segunda, o cuando un mismo comportamiento lo vemos como amenazante y perverso o inofensivo e inocente según quién lo haga. Pareciera que en la vorágine de la guerra de los sexos nos olvidamos que no podemos construir un sistema social más ético si relativizamos la compasión y la aversión a la maldad según el sexo de las personas. Vamos, que no es tan complicado de entender.

Por eso, mientras no se construya sobre estas realidades una ideología que termine culpando al sexo femenino, creo que estas son causas por las que luchar, al menos para que se conozcan. Y queda en pie el compromiso inicial de esta página, que es el de abogar por igualdad para las mujeres en lo que corresponda, también. Por eso el trabajo de "El Fin de la Misandria" se basará en cinco pilares principales:
  1. Visibilizar las discriminaciones que existan hacia los hombres. También visibilizar todo tipo de sesgos culturales que los tengan en una menor estima en ciertos aspectos. Se intentará hacer esto de una manera rigurosa, cosa de no inferir la existencia de sexismo antes de tener en cuenta otras explicaciones posibles.
  2. Promover una empatía sana entre géneros, rechazar todo tipo de rivalidad estúpida. Los problemas de las mujeres (por ejemplo violencia sexual o menor status en ciertas dinámicas sociales) no sólo no serán menospreciados, sino que su solución se considerará como potencialmente complementaria para las soluciones a los problemas de los hombres.
  3. Se apostará por una sociedad liberal, sin las pesadas mochilas de mandatos morales que antiguamente se han impuesto a las personas sobre sus vidas personales en aspectos que sólo les concierne a ellas mismas. Es decir, las personas serán totalmente libres de elegir su vocación, sus creencias, sus preferencias sexuales y afectivas, entre otras cosas que no tengan un efecto negativo para el bienestar de otros individuos. No creo que este pilar sea particularmente controvertido a esta altura de la historia, más bien es una obviedad que es importante aclarar.
  4. Cuarto pilar pero quizás el más importante, el marco de trabajo será el pensamiento racional. Todo cuerpo de ideas se pondrá en dudas provisoriamente hasta que sea meticulosamente revisado, por eso se rechaza automáticamente cualquier ideología que no sea progresiva y que no se permita modificar incluso sus estructuras más arraigadas para servir mejor a sus fines éticos. Digámoslo en una analogía más poética: La ciencia será como una vela en la oscuridad, que nos permite conocer mejor el mundo en el que vivimos y entender cómo funciona, y a partir del conocimiento que nos ofrezca la ciencia debatiremos en qué manera y medida queremos modificar ese mundo. La vela de la ciencia nos ayudará a ver mejor, pero seremos nosotros quienes decidan a dónde ir.
  5. Partiendo de estas bases también se emitirán las críticas necesarias al dogmatismo, la irracionalidad y el tribalismo que se manifiestan habitualmente en los debates de género, aún cuando esto no se vea reflejado como un avance inmediato hacia la igualdad de género, será un aporte indirecto a esa causa. Estas críticas se emitirán sin piedad sean contra el feminismo, los valores tradicionales, la religión, y por supuesto también, contra el masculinismo o los MGTOW cuando haga falta.
Espero que esto sirva a modo de manifesto no sólo para aclarar los motivos de esta página, sino también para proponer un sistema filosófico más eficiente y satisfactorio en todo lo relacionado a estos temas.

Nada sería más fácil para mí que abandonar esta página y evitar los posibles costos personales de no concordar con una visión del sexismo exclusivamente preocupada por las mujeres. Sin embargo no lo haré, por que sé que (le pese a quien le pese) éste es un trabajo que cuestiona lo convencional y establecido desde hace largo. Aquí no estamos para seguir la norma tradicional, la que dice que los hombres deben aguantarse las cosas por que así deben ser los hombres. Nosotros nos animamos a mostrarnos vulnerables, pero nunca vamos a exigir un status de víctimas sólo por ser hombres. Nos haremos cargo de nuestra propia realidad y trabajaremos para cambiarla, reclamando como corresponde.

Por eso he decidido crear este espacio cuyo nombre puede ser motivo de mofa para algunas personas, pero pobres de quienes critican un libro habiendo leído sólo su tapa. Aquí se trabajará para que los problemas masculinos y las ideologías que los perpetran y perpetúan sean expuestos, y se buscará hacerlo de la manera más apolítica posible. Extendiendo lazos, buscando terreno en común con quienes (sin convertirse en autómatas ideológicos) luchan también por las mujeres, y por sobre todo esgrimiendo el uso de la razón y la honestidad.

Y ahora ya saben por qué esta página se llama "El Fin de la Misandria". Sólo espero que puedan entender que, si bien el título de esta página no es totalmente informativo, sí ilustra un evento catalítico que llevó al nacimiento de este espacio... Que da para mucho más de lo que varios se imaginan.

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