Un llamado urgente al uso de la razón
"Una vela en la oscuridad es el título de un libro valiente de Thomas Ady, publicado en Londres en 1656, que ataca la caza de brujas que se realizaba entonces como una patraña «para engañar a la gente». Cualquier enfermedad o tormenta, cualquier cosa fuera de lo ordinario, se atribuía popularmente a la brujería. Durante gran parte de nuestra historia teníamos tanto miedo del mundo exterior, con sus peligros impredecibles, que nos abrazábamos con alegría a cualquier cosa que prometiera mitigar o explicar el terror. La ciencia es un intento, en gran medida logrado, de entender el mundo, de conseguir un control de las cosas, de alcanzar el dominio de nosotros mismos, de dirigirnos hacia un camino seguro. La microbiología y la meteorología explican ahora lo que hace sólo unos siglos se consideraba causa suficiente para quemar a una mujer en la hoguera.
Ady también advertía del peligro de que «las naciones perezcan por falta de conocimiento». Me preocupa, especialmente ahora que se acerca el fin del milenio, que la pseudociencia y la superstición se hagan más tentadoras de año en año, el canto de sirena más sonoro y atractivo de la insensatez. ¿Dónde hemos oído eso antes? Siempre que afloran los prejuicios étnicos o nacionales, en tiempos de escasez, cuando se desafía a la autoestima o vigor nacional, cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento familiares de épocas antiguas toman el control.
La llama de la vela parpadea. Tiembla su pequeña fuente de luz.
Aumenta la oscuridad. Los demonios empiezan a agitarse."
Así, con esta fanástica analogía, comenzaba "El mundo y sus demonios" de Carl Sagan. Uno de los libros que más llamas de pensamiento escéptico han encendido en todo el mundo, publicado allá por 1995. Hoy es una buena ocasión para retomar estos párrafos y elaborar una argumentación sobre hechos recientes.
Muchas batallas ideológicas se han librado con todo lo relacionado a la "violencia de género". Las batallas más antiguas de las que estoy informado se dieron allá por los 70 cuando a la mujer que fundó los primeros refugios gratuitos para mujeres maltratadas se le ocurrió la 'locura' de decir que las mujeres también suelen ser violentas en el ambiente familiar, y que hay tantos hombres como mujeres sufriendo este grave problema. Sin embargo ese debate no es el que nos concierne hoy, no por que no sea importante (que ya lo hablaremos en profundidad a su debido momento), sino por que hay otro asunto aún más grave que exige zanjar ciertas diferencias, al menos de manera momentánea.
Podemos debatir sobre la violencia de género y la necesidad de incluir a los hombres, pero si vamos a concentrar nuestros esfuerzos en sólo salvar a las mujeres, que al menos sean bien dirigidos. Y aquí es donde aparece el gran problema del asunto, que ni siquiera lo estamos logrando. Estamos hablando de la situación de España, un país que se ha propuesto terminar con esta lacra social y lleva más de una década empeñada en eso. Todos sus intentos han sido hasta ahora manotazos ciegos, y a estas alturas podemos decir que España se encuentra ante una disyuntiva ineludible: O prueba con un nuevo enfoque, o seguirá viendo a las mujeres morir todos los años.
Es por esto que, desde una postura humanitaria, decidí escribir esta entrada al respecto. No por que sea el primero al que se le ocurre un cambio de enfoque, sino por que ese cambio ya se ha propuesto y hasta parece que se encuentra en marcha:
"¿Por qué los hombres matan a las mujeres?", Publicado por "El País".
Resumiendo, la Secretaría de Estado de Seguridad de la Nación ha comenzado un minucioso análisis de cientos de femicidios, para poder así determinar qué factores son relevantes cuando se dan los femicidios. Básicamente se está elaborando un modelo teórico que permita explicar y predecir los femicidios, cosa de tomar medidas concretas que los disminuyan de una vez.
Hasta aquí parecía que todo bien. Mi pensamiento ingenuo me hizo creer que esto comenzaría a crear puentes, ya que no sólo plantea claves para salvar vidas de mujeres, sino que también aporta ideas para ayudar a los hombres (en cierta medida). Poco tardaría en llevarme otra decepción.
Claro que no sólo se ha expresado pánico moral en las redes sociales, sino que también han comenzado las cruzadas oscurantistas por parte de otros medios de comunicación. Por ejemplo, no podía falta el farsante de Miguel Lorente usando cuanta tergiversación y mentira haga falta para confundir al público (aquí). Y mejor ni hablar de Barbijaputa, quizás la mejor demostración empírica de que ser hembrista no tiene costo político alguno... De hecho eso es algo que te puede dar empleo en medios de comunicación, sin siquiera poseer capacidades cognitivas como la gente.
En fin. Muchas veces se ha comparado la lucha anti "machismo" del feminismo español con la caza de brujas. Se ha argumentado al respecto y se ha replicado que la brujería es una fantasía, mientras que el machismo es una realidad, por lo que sería una falsa analogía. El problema es que ni siquiera es una analogía, es un verdadero paralelismo. Allá en los tiempos de la edad media la gente estaba aterrorizada ante la hostilidad de su entorno. Sequías, hambrunas, pestes, mortalidad infantil, una vida condenada a la miseria y la violencia generalizada. Ante la falta de respuestas no podían hacer otra cosa que no sea atribuirle una explicación fantasiosa a sus desgracias, y muchos de quienes estaban ejerciendo el poder ha sacado provecho de esa ignorancia.
Hoy estamos en un paradigma parecido, aunque por suerte no tan severo. La violencia íntima es un fenómeno al que se la ha empezado a prestar atención de manera relativamente reciente. La gente está confundida, aturdida y asustada. Hay quienes buscan respuestas en sus sistemas de creencias, y el Feminismo es un sistema de creencias que provee respuestas rápidas y reconfortantes al respecto. El problema es que esas respuestas son más en base a axiomas (premisas aceptadas sin evidencia) y procesos cognitivos heurísticos (atajos mentales intuitivos que si bien suelen ser útiles, también suelen caer en serios errores). Sin dudas hay hombres machistas allá afuera, y ése es un factor que no debe dejarse fuera de la investigación de la violencia íntima. Pero lo más alarmante es que no se ha dejado al machismo fuera de la ecuación, y la gente reacciona de manera primitiva y necia por que se tienen en cuenta otros factores que ya se empiezan a demostrar como más que relevantes.
Quienes de verdad están en esta lucha por los derechos y la seguridad de las mujeres, no sólo tienen un compromiso ético, sino epistemológico. De la misma manera que alguien que de verdad ama a sus hijos les va a brindar atención médica que funcione de verdad cuando se enfermen, no la atención médica que les parezca ideológicamente conveniente. Más aún cuando España ya ha intentado por el lado de la ideología.
No es la primera vez que la ortodoxia ideológica obstruye el camino de las soluciones. Ya en el siglo XIX el obstreta Ignaz Semmelweis había descubierto la manera de evitar muchísimas muertes. Como su forma de hacerlo iba en contra de los rígidos principios anticientíficos de sus superiores, fue despedido a manera de recompensa. Muchas vidas que se podrían haber salvado se perdieron sin ningún sentido, y hoy se recuerda a Ignaz como uno de los pioneros de los procesos antisépticos.
Es hora de darle una oportunidad al enfoque pragmático, y a estas alturas creo que el oponerse es ser cómplice de los femicidios.
Espero que las aguas que dividen a la gente en favor de los hombres o las mujeres se cierren, y que quienes estamos interesados en un acercamiento ético y científico a las soluciones de los problemas sociales comencemos a encontrar una cohesión duradera.
Podemos debatir sobre la violencia de género y la necesidad de incluir a los hombres, pero si vamos a concentrar nuestros esfuerzos en sólo salvar a las mujeres, que al menos sean bien dirigidos. Y aquí es donde aparece el gran problema del asunto, que ni siquiera lo estamos logrando. Estamos hablando de la situación de España, un país que se ha propuesto terminar con esta lacra social y lleva más de una década empeñada en eso. Todos sus intentos han sido hasta ahora manotazos ciegos, y a estas alturas podemos decir que España se encuentra ante una disyuntiva ineludible: O prueba con un nuevo enfoque, o seguirá viendo a las mujeres morir todos los años.
Es por esto que, desde una postura humanitaria, decidí escribir esta entrada al respecto. No por que sea el primero al que se le ocurre un cambio de enfoque, sino por que ese cambio ya se ha propuesto y hasta parece que se encuentra en marcha:
"¿Por qué los hombres matan a las mujeres?", Publicado por "El País".
Resumiendo, la Secretaría de Estado de Seguridad de la Nación ha comenzado un minucioso análisis de cientos de femicidios, para poder así determinar qué factores son relevantes cuando se dan los femicidios. Básicamente se está elaborando un modelo teórico que permita explicar y predecir los femicidios, cosa de tomar medidas concretas que los disminuyan de una vez.
Hasta aquí parecía que todo bien. Mi pensamiento ingenuo me hizo creer que esto comenzaría a crear puentes, ya que no sólo plantea claves para salvar vidas de mujeres, sino que también aporta ideas para ayudar a los hombres (en cierta medida). Poco tardaría en llevarme otra decepción.
Claro que no sólo se ha expresado pánico moral en las redes sociales, sino que también han comenzado las cruzadas oscurantistas por parte de otros medios de comunicación. Por ejemplo, no podía falta el farsante de Miguel Lorente usando cuanta tergiversación y mentira haga falta para confundir al público (aquí). Y mejor ni hablar de Barbijaputa, quizás la mejor demostración empírica de que ser hembrista no tiene costo político alguno... De hecho eso es algo que te puede dar empleo en medios de comunicación, sin siquiera poseer capacidades cognitivas como la gente.
En fin. Muchas veces se ha comparado la lucha anti "machismo" del feminismo español con la caza de brujas. Se ha argumentado al respecto y se ha replicado que la brujería es una fantasía, mientras que el machismo es una realidad, por lo que sería una falsa analogía. El problema es que ni siquiera es una analogía, es un verdadero paralelismo. Allá en los tiempos de la edad media la gente estaba aterrorizada ante la hostilidad de su entorno. Sequías, hambrunas, pestes, mortalidad infantil, una vida condenada a la miseria y la violencia generalizada. Ante la falta de respuestas no podían hacer otra cosa que no sea atribuirle una explicación fantasiosa a sus desgracias, y muchos de quienes estaban ejerciendo el poder ha sacado provecho de esa ignorancia.
Hoy estamos en un paradigma parecido, aunque por suerte no tan severo. La violencia íntima es un fenómeno al que se la ha empezado a prestar atención de manera relativamente reciente. La gente está confundida, aturdida y asustada. Hay quienes buscan respuestas en sus sistemas de creencias, y el Feminismo es un sistema de creencias que provee respuestas rápidas y reconfortantes al respecto. El problema es que esas respuestas son más en base a axiomas (premisas aceptadas sin evidencia) y procesos cognitivos heurísticos (atajos mentales intuitivos que si bien suelen ser útiles, también suelen caer en serios errores). Sin dudas hay hombres machistas allá afuera, y ése es un factor que no debe dejarse fuera de la investigación de la violencia íntima. Pero lo más alarmante es que no se ha dejado al machismo fuera de la ecuación, y la gente reacciona de manera primitiva y necia por que se tienen en cuenta otros factores que ya se empiezan a demostrar como más que relevantes.
Quienes de verdad están en esta lucha por los derechos y la seguridad de las mujeres, no sólo tienen un compromiso ético, sino epistemológico. De la misma manera que alguien que de verdad ama a sus hijos les va a brindar atención médica que funcione de verdad cuando se enfermen, no la atención médica que les parezca ideológicamente conveniente. Más aún cuando España ya ha intentado por el lado de la ideología.
No es la primera vez que la ortodoxia ideológica obstruye el camino de las soluciones. Ya en el siglo XIX el obstreta Ignaz Semmelweis había descubierto la manera de evitar muchísimas muertes. Como su forma de hacerlo iba en contra de los rígidos principios anticientíficos de sus superiores, fue despedido a manera de recompensa. Muchas vidas que se podrían haber salvado se perdieron sin ningún sentido, y hoy se recuerda a Ignaz como uno de los pioneros de los procesos antisépticos.
Es hora de darle una oportunidad al enfoque pragmático, y a estas alturas creo que el oponerse es ser cómplice de los femicidios.
Espero que las aguas que dividen a la gente en favor de los hombres o las mujeres se cierren, y que quienes estamos interesados en un acercamiento ético y científico a las soluciones de los problemas sociales comencemos a encontrar una cohesión duradera.
Escrito por "Æ"
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